No hay mejor celebración que una victoria, y eso es lo que ha hecho este fin de semana el neerlandés Max Verstappen (Red Bull) que el sábado lograba amarrar su tercer título de campeón del mundo de F1 en la Sprint Race y cerraba un fin de semana perfecto con su victoria del domingo.

Los españoles tuvieron suerte dispar, Carlos Sainz no pudo tomar la salida al detectarse una peligrosa fuga de combustible en el depósito de su monoplaza, que los mecánicos de Ferrari no pudieron solucionar a tiempo, y Fernando Alonso (Aston Martin) bastante hizo con terminar sexto en una carrera que, tras la salida, se ponía favorable de cara a obtener podio, y finalmente pudo concluir tras un par de excursiones fuera de pista que dañaron el fondo de su coche. A la conclusión, el asturiano calificó la carrera como "una de las más duras" que ha vivido en la Formula 1.

El desastre de Mercedes estuvo a punto de ser total debido al ímpetu de Lewis Hamilton que  tras embestir a su compañero de equipo en la primera curva, llevó a los dos monoplazas fuera de la pista. Hamilton se quedó en la grava pero George Russell consiguió volver a pista y protagonizó una magnífica remontada para colocarse en la cuarta posición final, por delante de Charles Leclerc, que salvó el honor de Ferrari con su #P5, y de Alonso #P6.

El excesivo calor ambiental castigó a los neumáticos obligando a tres paradas, pero también a los pilotos que sufrieron el rigor de temperaturas extremas en el interior del cockpit. Ahí quedan la imágenes de Logan Sargeant (Williams) abandonando completamente agotado, el propio Fernando Alonso pidiendo en una de sus paradas en boxes que le "echaran agua o cualquier otra cosa" para enfriar el asiento que le quemaba, o los primeros clasificados, exhautos, en la previa del podio.