Ha sido transformado en una auténtica máquina de competición, destacando elementos como el prominente labio delantero, deflectores en los extremos del parachoques y un imponente alerón trasero para generar carga aerodinámica en las 156 curvas de la carrera.
La competición está en todos los genes del Alpine A110 y hereda todo el esplendor que el modelo original logró entre los años 60 y 70 con múltiples victorias