El A110 es el primer modelo de la nueva etapa de Alpine, bien iniciado ya el Siglo XXI, una segunda generación en versión futurista que presenta muchos guiños estilísticos con aquel primer Alpine A110 Berlinette (1961–1977) y mantiene fielmente la esencia deportiva del primer modelo: bajo peso, sensaciones de conducción y eficacia, aunque introduce importantes novedades a nivel técnico para adaptarlo a las exigencias de su tiempo, como la disposición central trasera transversal del motor (antes era trasero longitudinal) o la adopción de la sobrealimentación para optimizar las prestaciones y el consumo que, por cierto, muy contenidos y que se han movido entre los 7,5 y 10 litros, dependiendo del uso.

Versión de acceso con 252 CV

Pero más allá de una mera comparación efímera entre dos coches que se llevan casi 60 años de distancia, el Alpine A110 es un deportivo muy apetecible, con un precioso aire “retro”, soluciones modernas de construcción (chasis, motor y transmisión), prestaciones que no defraudan y sensaciones de conducción que enamoran al recorrer los primeros kilómetros.

La versión de acceso a la gama monta un motor 1.8 TCe de cuatro cilindros en desarrolla 252 CV a 6.000 rpm, una potencia que en la actualidad puede parecer discreta, pero combinada con una caja de cambios automática EDC de 7 velocidades y un peso en vacío que ronda los 1.100 kilogramos, aporta una favorable relación peso/potencia que le permite acelerar de 0 a 100 km/h en tan solo 4,5 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 250 km/h (autolimitada).

Tras un breve y rápido vistazo por el habitáculo, destacaríamos cuatro elementos: primero, el cuadro de instrumentos digital de 10 pulgadas totalmente configurable que se torna como el complemento perfecto a la pantalla central táctil de 7 pulgadas; segundo, el volante minimalista y de perfecto tacto que no solo integra el botón de los modo de conducción, sino también dos enormes levas fijas de aluminio; tercero, la ausencia de caja de cambios en detrimento de tres pulsadores para la directa, la marcha atrás y el punto muerto; y cuarto y último, el botón rojo de arranque situado en el túnel central.

La excelente gestión de la caja de cambios automática EDC de doble embrague y siete relaciones le permite obtener siempre la máxima aceleración sea cual sea la marcha engranada. Basta un simple toque de gas para salir catapultados hacia delante, destacando sobre todo en la aceleración desde parado que le impulsa de 0 a 100 en solo 4,5 segundos.

Ágil y preciso

Pero más allá de datos y aceleración pura, donde realmente llama la atención este Alpine A110 es en tramos de curvas y “ratoneros”. Sin embargo, cuando se consiguen combinar un reparto de pesos casi perfecto (44/56), con un motor exquisito, un chasis que parece sacado directamente del mundo de la competición, una dirección portentosa, un cambio rápido y preciso, una suspensión perfectamente ajustada y un peso pluma de solo 1.178 kilos, poco o nada más hay que hacer; bueno sí, disfrutar a los mandos del Alpine A110.

Su excelente puesta a punto nos permite sujetar con solvencia la carrocería, eliminando cualquier atisbo de balanceo, y, al mismo tiempo, moverse con docilidad en el día a día. En este contexto, la suspensión se convierte en un perfecto aliado. Muchos otros fabricantes habrían optado por una amortiguación adaptativa. En cambio, en el Alpine A110 se ha elegido una configuración de dobles triángulos, heredado del mundo de la competición, que le mantiene siempre pegado al suelo, ofreciendo un perfecto compromiso entre confort y aplomo.

Con el Alpine A110 sientes tanta conexión mecánica con él que cuando lo conduces te resulta apasionante y lo disfrutas en cada kilómetro recorrido.

PRECIO: 62.200 EUROS

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